La tecnología, y por qué no decirlo, la presión ejercida de manera inconsciente por los millenials, y de manera más consciente por los miembros de la generación Z y de la generación T, provoca en aquellos que no son/somos nativos digitales el sentimiento de que somos impostores tecnológicos, que no sabemos enfrentarnos a los nuevos retos de innovación y que resultamos ridículos actuando con pantallas táctiles. ![]() En muchos casos esto nos provoca una de las variedades del Síndrome del Impostor, caracterizado por un profundo sentimiento de que no merecemos hablar en términos digitales, ni ser influencers, ni optar a profesiones, puestos o proyectos donde pueda haber una elevada carga tecnológica. Hace unos meses, en una conversación (ridícula) con un miembro universitario de la generación millenial me decía que ellos, vs mi generación, apenas leían libros y sólo necesitaban de aquello que pudieran obtener a través de dispositivos móviles, porque nosotros vivíamos anclados en el pasado mientras que ellos vivían el presente y el futuro. Acto seguido, chocó los cinco con otra amiga millenial a su lado, para expresar un “¡toma ya! qué buena soy argumentando mi estupidez”, mientras a mi se me quedaba cara de emoticono “shockeado”. Pero lo cierto es que en muchas mentorías impartidas a emprendedores por encima de los 40, he notado que este síndrome no sólo es real, sino que en algunos casos provoca una situación bloqueante de complejo que hace que la persona no sea capaz siquiera de aplicar a una posición para la que está altamente capacitado. Recuerdo el caso concreto de un emprendedor “a la fuerza” que había sido despedido de la entidad financiera para la que había trabajado 25 años. Me lloraba que tenía la sangre del color de la marca de la entidad, que lo había dado todo y que estaría agradecido de por vida a la compañía que le había dado de comer durante toda su vida -verdaderamente admirable su actitud en la situación en la que se encontraba-. Sin embargo ahora se encontraba totalmente abatido porque no se veía capaz de competir en un mercado digitalizado donde el conocimiento y la experiencia habían sido enterrados bajo el manto de la obsesión por la transformación digital. Jóvenes profesionales anglosajones, con apenas experiencia y con nulo conocimiento de la cultura de los negocios, pero llegados directamente de empresas con dos “oes” (Google, Facebook, Yahoo, Hootsuite, Doodle, Booking, Goop,...), campaban a sus anchas por las compañías españolas con sus iPhones15, sus Samsung66 y sus radiantes cargos de VP, SVP, EVP, o SuperVVPP, hablando de Digital Transformation, Open Mind, & Cross Cultural Philosophy imponiendo reuniones transversales donde las corbatas, la tortilla de patata, los canapés y los vinos D.O., daban paso a las camisas tipo oxford, las mini-hamburguesas con sobrecitos de plástico de distintas salsas, nachos con queso y BudWeiser. Todo muy muy cross cultural, muy digital. Así las cosas, mi querido “emprendedor a la fuerza” fue despedido en un ERE open mind. Y él asumía que su nivel de inglés (aún proficiency) y su poca cultura digital (aún experto en tecnología y uno de los impulsores de la utilización de la tecnología para mejorar el servicio al cliente en su oficina local) no estaban a la altura de aquellos individuos que como Vikingos poderosos habían desembarcado para enseñarles cómo transformarse (aunque su conocimiento de los dispositivos móviles era limitado, no hablaban ningún otro idioma y apenas conocían otra cultura que no fuera la suya). Evidentemente, hago una caricatura de la situación de tal manera que pueda ser más fácil entender el síndrome del impostor que padecía mi mentorizado alumno. No es justo. Querido amigo, y a todos ellos que como él se sienten, te digo: tienes talento, eres capaz, estás preparado, tienes la experiencia, perteneces y tienes derecho a seguir en este entorno y no debes excluirte ni sentirte excluido. No hay más que decir. Este síndrome no es una enfermedad sino un sentimiento muchas veces utilizado de manera insistente e interesada por aquellos que pretenden sobrevalorar la importancia de la tecnología. Me acuerdo de un speech de hace muchos años donde Steve Jobs decía: "You've got to start with the customer experience and work backward to the technology. You can't start with the technology and then try to figure out how to sell it". Pues eso, son muchos muchos los profesionales que saben, conocen y se relacionan con clientes mejor que cualquier sistema de CRM, y son ellos en los que nos tenemos que basar para proceder a una transformación digital sólida, ordenada y efectiva donde lo importante sigan siendo las personas. No te pierdas el vídeo de Jobs #thereisaplanbe #theplanbe #personalbrand #personalbranding #attitude #achievement #achievetheimpossible #achiever #try #tryandtryagain #failure #success #daretofail #daretodoit #daretogetit #daretoenjoy #idaretotryagain #startup #startups #entrepreneurship #entrepreneurs #entrepreneur #businessman #emprender #emprendedor #emprendedores#ideas #idea #digitaltransformation
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Marzo 2019
Raúl de la CruzInconformista, sincero y, por encima de cualquier cosa, honesto. Me gusta leer (de todo), escribir (de lo que sé), escuchar (a todos) y sobre todo aprender (de todos). Emigré a Internet en el año 92, y desde entonces vivo allí, observando desde una ventana indiscreta. |