Seguramente esta no es una pregunta que nos hagamos abiertamente, y además si alguien nos la hace, rápidamente contestaremos: ¡por supuesto que es rentable!
¡Qué bien que todos seamos honestos e íntegros!, ¿o conoces a alguien que no lo sea tanto? El asunto es que emprendedores, empresarios y directivos tenemos que decidir en muchas ocasiones sobre temas empresariales donde valores como la honestidad o la integridad están en juego (aunque pueda ser de refilón, si queremos tener la conciencia tranquila). Situaciones donde aparece la tentación de “el fin justifica los medios”, y el “no será tan malo si todo el mundo lo hace”, ¿no es cierto? Amy Rees Anderson, mentora y colaboradora de la revista Forbes, nos ilustra con algunos ejemplos, sobre comportamientos deshonestos en los negocios , muy comunes:
Y siempre, seguro, podremos escuchar una poderosa razón para tal comportamiento. El otro día tenía una conversación realmente enriquecedora e interesante con mi amigo @pedrogalatas (https://www.linkedin.com/in/pedro-galatas-019615/), un emprendedor y empresario de toda la vida y que por fin está cumpliendo su verdadera vocación de invertir y potenciar negocios de carácter social. Me decía que su padre, Fernando, le había inculcado la honestidad como el valor más importante en el mundo de los negocios. Pasara lo que pasara, se dieran las circunstancias que se dieran, ante una situación donde su comportamiento honesto y su dignidad profesional pudiera quedar en entredicho aunque fuera mínimamente siempre decía NO. Absolutamente NO. La honestidad, me decía, siempre es rentable, no cabe duda. El ROI en honestidad es muy elevado, tal vez alguien pueda dudar de ello a corto plazo, pero, sin lugar a duda, a largo plazo es la única manera sostenible de hacer negocios. El padre de Pedro además es una persona íntegra y Pedro ha salido a él, no cabe duda. Escuchándole y viendo su trayectoria de éxito, se demuestra cien por cien la alta rentabilidad de ser íntegros y honestos por encima de cualquier otro valor. En este mismo sentido, Amy Rees Anderson nos comenta:
Estoy de acuerdo, hay que tener coraje y ser valientes para mantenernos íntegros en todas las circunstancias profesionales y vitales con las que nos encontremos. Hace unos años tuve un proveedor/colaborador (no era español) que me decía “Raúl, siempre hay que -mentir hacia adelante-”. Ante mi cara de “mi-no-entender”, me explicaba, “sí, siempre hay que mentir diciendo que puedes, tienes u ofreces más de lo que realmente puedes, tienes u ofreces; y es que todo el mundo miente, y si tú no lo haces date cuenta de que siempre descontarán a tu propuesta al menos un 20%-30%, pues (independientemente de que sea verdad tu oferta) todo el mundo miente en un 20%-30%. Lo que tienes que hacer es, si luego te contratan, encárgate con el dinero que te den, de conseguir, obtener o preparar ese 20% que mentías”. Así de fácil: todo el mundo lo hace. Todo el mundo miente en los negocios. Y si no mientes, quedas en desventaja. ¡¡¡¿¿¿???!!! Pronto habría de enfrentarme a una situación que me haría entender claramente el significado de “mentir hacia adelante”. Mi empresa se presentó a un concurso público y quedó finalista junto a otra compañía. La oferta del otro proveedor era mejor que la nuestra pero era a costa de ofrecer cosas que no tenía ni podía ofertar, y tanto la institución pública como yo, lo sabíamos. No obstante, como me dijo el responsable del concurso; ellos no podían actuar como policías de la verdad. Si el proveedor mentía y no podía al final entregar el servicio, se le cancelaría el contrato y punto. Eso era claro, y así ocurrió mucho tiempo después, pero para entonces yo había perdido el concurso en favor de ese proveedor, y éste estuvo durante meses dando mal servicio y excusas sobre su mal servicio. Finalmente se le canceló el contrato, obviamente, pero la experiencia para la institución fue tan nefasta que los responsables máximos del proyecto decidieron no darle continuidad y se canceló definitivamente. No hubo nuevos concursos al respecto. Y la empresa que “mintió hacia adelante” siempre pudo poner en sus credenciales que había ganado ese concurso y que había tenido como cliente a esa gran institución. Eso es un hecho. Y es que, parece normal y rentable, mentir hacia adelante o ser deshonesto Pero, siguiendo a Fernando Galatas y a su hijo Pedro, no puedo evitar ser coherente con mis valores y, como ellos, creo que el ROI de la honestidad y la integridad son elevados, aunque sea a largo plazo, y aunque sólo sea por eso, ya merece la pena la inversión. Y creo también como Amy, que si algo deben tatuarse los nuevos emprendedores en su piel, o establecerse como mantra empresarial, en las salas de reuniones y salas de servicios comunes de las grandes empresas es que no hay atajos permisibles para evitar la honestidad e integridad profesional. “if someone is dishonest in any aspect of his life you can be guaranteed that he will be dishonest in many aspects of his life… After all, if a person cannot be trusted in the simplest matters of honesty then how can they possibly be trusted to uphold lengthy and complex business contracts?” Y como seguro que tenemos algunas dudas sobre las diferencias, si existen, entre un comportamiento íntegro y un comportamiento honesto, me permito incluir en el artículo este pequeño cuento sobre la integridad y la honestidad: “Estaba un japonés en un hotel y pidió una pizza por teléfono y al llegar la pizza, abriendo la caja para comprobar su contenido, se dio cuenta que no había pizza, sino en su lugar $1800 en efectivo. Sorprendido, lo comentó inmediatamente con su pareja. Y acto seguido le dijo: – ¡No está la pizza!, y sólo hay este dinero. ¡Hay que devolverlo!. – ¿Pero qué dices, estas loco?, está genial, la pizza cuesta $17 y ahora tienes $1800, no la devuelvas. – Sí, la voy a devolver porque yo pedí una pizza. El japonés decidió ir a la pizzería junto con su pareja a devolver la caja con el dinero y exigir su pizza. Y le dijo al empleado: – Disculpe, vengo a devolver esta caja y a que me den mi pizza. – ¡Enhorabuena señor!, ¿no escuchó usted en el programa de radio la promoción? – No sé de lo que me está hablando y no me interesa, yo quiero mi pizza. – Señor, usted puede quedarse con el dinero, sólo le pedimos que pueda contar lo que le ha pasado por televisión nacional para que todo mundo vea que aún existen personas honestas como usted. – No me interesa, yo sólo quiero mi pizza. – ¿Aunque sea puede decirme su nombre para hacer un reportaje? – No por favor, no quiero que nadie sepa esto. – Pero el mundo debe saber esto señor. – Mire, acérquese un momento. El empleado se acercó y el japonés le dijo: – No quiero que mi esposa se entere que estuve en un hotel pidiendo una pizza. ¿El japonés era honesto? Sí, totalmente honesto, pero no estaba siendo íntegro.” La tentación siempre vivirá en el piso de arriba, pero... si lo sabes, y no te ves capaz de no caer ante ella, no la visites. R+. ------------------------
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Marzo 2019
Raúl de la CruzInconformista, sincero y, por encima de cualquier cosa, honesto. Me gusta leer (de todo), escribir (de lo que sé), escuchar (a todos) y sobre todo aprender (de todos). Emigré a Internet en el año 92, y desde entonces vivo allí, observando desde una ventana indiscreta. |