Tengo oportunidad de mentorizar y acompañar a innumerables emprendedores de una y otra generación (también a aquellos pertenecientes a la generación Baby Boomers y Generación Z) y los reconozco distintos en cómo afrontan sus proyectos. Pero veamos, para que no haya ‘dependes’ y para saber realmente por quién te la jugarías y en quién apostarías tu dinero, fijemos las bases de la apuesta: imagina que...
Por último, utilizaré como ejemplo ficticio a dos hombres, aunque podrían haber sido también dos mujeres. No obstante, dado que alguien podría pensar (y no le faltaría razón) en una sociedad que sigue siendo machista, que un hombre emprendedor contra una mujer emprendedora –y más si pertenecen a distinta generaciones– podría afectar a la apuesta, no he utilizado esta confrontación.
Fernando pertenece a la conocida como Generación X, expresión que se usa normalmente para referirse a las personas nacidas tras la generación del baby boom. Aunque en esto de datar las generaciones no existe acuerdo, podríamos decir que en la generación X se incluye a los nacidos entre principios de los 60 y mediados de los 80 (1962-1984 aprox.). Es la conocida como generación MTV. Es decir, gente que ahora mismo tiene entre 34 y 56 años. Pongamos que Fernando tiene 45 años Borja es miembro de la Generación Y, también conocida como la Generación Milenial, (la más famosa de todas las últimas generaciones, al menos a tenor de los ríos de tinta que se han vertido en torno a ella, o por lo pegadizo del nombre), es decir una generación nacida entre 1980 y 1995-2000 aproximadamente, es decir, los nacidos a final del milenio. Pues bien, pongamos que Borja tiene ahora mismo 25 años. 20 años de diferencia separan a Fernando y a Borja. Para proporcionarte más datos que te ayude en tu toma de decisión, te aporto los siguientes. A la gente de la generación X, se les considera responsables y comprometidos y preocupados por el devenir del mundo. Son la gran generación impulsora de la tecnología, ya que nacieron justo en el boom en el que comenzó a morir lo analógico y aparecieron los dispositivos electrónicos. Por tanto les apasiona la tecnología. Sin embargo, para Fernando y la gente de su generación pasarlo bien significa salir y encontrarse con amigos y disfrutar del aire libre, montando en bici, o jugando al billar o al mus, en vez de encerrarse con los juegos muchas horas. Son gente que salía a la calle a jugar, los primeros usuarios del chat y los últimos en usar pelo largo. Por su lado, la generación Milenial, pasó casi sin solución de continuidad de usar reproductores de vídeo al DVD y al Blu-Ray, al que no pusieron mucha atención para lanzarse de lleno a surfear todo el día por las aplicaciones de streaming. Del teléfono fijo, apenas, se volvieron en heavy users de toda clase de teléfonos móviles, hasta convertirse en consumidores profundos de smart phones. De los disquetes, a los CD, al USB y por fin a la nube. Y todo ello en menos de 20 años por eso se considera esta generación “como la de las personas que se adaptan fácil y rápidamente a los cambios. Es una generación caracterizada por la hiperconexión, la necesidad de auto expresarse, la realidad financiera, el interés por la salud” o el culto al cuerpo, el ahora, la inmediatez y la búsqueda de nuevas experiencias continuamente Hace unos días, después de una clase de emprendimiento, tuve el privilegio de mentorizar a ‘Fernando’, y de compartir con él unas horas de tutoría sobre su proyecto. Antes de comenzar con los temas del modelo de negocio, del valor de la propuesta, de su público objetivo, Fernando me comentaba que había decidido ser emprendedor o, como él lo decía, “montar algo”, casi a la fuerza, lamentablemente o afortunadamente, quién sabe. Después de haber trabajado en la misma compañía más de 20 años, en un banco, y después de sobrevivir a varios ERE, hacía apenas un año que le había tocado el turno a él. Había estado hasta el final, incluso, me comentaba, fue el que dió la “última vuelta de llave a la oficina el último día en que cerró la sucursal del banco de su localidad”. Había estado trabajando en la misma compañía toda la vida. Estudió empresariales, entró en el banco con 22 años y había “hecho de todo”: cajero, asesor, empresas, particulares... para terminar siendo el director más joven de oficina de toda la región (decía muy orgulloso, con razón). Me comentaba que sentía los colores de su banco en la sangre, y no le guardaba ningún rencor a la compañía por haber sido despedido. Sabía lo difícil que era empezar de nuevo a su edad. Además era consciente de que le sería casi imposible ser contratado por ninguna otra entidad bancaria o similar o que su amplia y profunda experiencia pudiera ser reconocida y por tanto valorada por otras compañías. Por eso había decidido, con el apoyo de toda su familia, emprender. Tenía la experiencia, el compromiso, la responsabilidad, la necesidad y las ganas de mostrarse y mostrar a todo el mundo que era una persona muy capaz y de que se encontraba en lo mejor de su vida profesional y también personal. ‘Borja’, al que conocí en otra tutoría, tenía grado en ADE, había hecho un Erasmus en Polonia (donde se lo pasó como en la vida con la colonia de estudiantes españoles, según me decía) y recién terminó, después de mucho buscar realizó unas prácticas en una multinacional de la alimentación. Ahora estaba estudiando un máster y siguiendo el curso de emprendimiento que yo impartía con la intención de poner en marcha su idea, sin meter mucho la pata. Había decidido que no quería trabajar para nadie, no quería trabajar en una oficina. No tenía experiencia profesional, y tampoco tenía la necesidad (porque estaba muy a gusto viviendo con sus padres), pero estaba totalmente decidido a emprender siguiendo los modelos de Zuckerberg o de Zaryn Dentzel (fundador de Tuenti), y confiaba plenamente en que su formación, su experiencia vital y sus ganas de cambiar el mundo le llevarían a conseguirlo. Cuando hablé con ellos sobre cómo iban a afrontar su proyecto (recuerda que para ese caso práctico, estamos suponiendo que ambos partían de la misma idea), me mostraron que ponían hincapié en sus distintos activos: Fernando hablaba del apoyo de su familia, de toda la gente a la que conocía, su red de contactos, de algunos favores que le debían, del dinero que tenía ahorrado, de la necesidad que tenía de que le saliera bien, de su experiencia tratando a clientes durante tantos años, y sobre todo de su experiencia haciendo de todo, de su responsabilidad y de todos sus años consiguiendo y superando sus objetivos comerciales. Aunque también era consciente de ciertos problemas que le echaban para atrás: tenía una hipoteca que debía seguir pagando (el dinero que ahora se ingresaba en casa se había reducido a la mitad ya que sólo se aportaba el sueldo de su mujer); se veía mayor y le daba miedo haber sobrepasado ya la edad para emprender. Y es que lo cierto era que no se veía echándole 24 horas al día a este proyecto; además no sabía inglés, le aburrían las redes sociales (aunque tenía LinkedIn y Facebook, apenas las utilizaba) y le daba pánico tener que tirar de sus ahorros y que saliera mal. Pero, no tenía alternativa. Borja ponía el énfasis en sus ganas, en su juventud, en su título universitario, el MBA que estaba estudiando y la gente que gracias a ello estaba conociendo, en su experiencia vital en Erasmus (que además le había permitido practicar un poco su inglés), su conocimiento de las nuevas tecnologías, su disposición a trabajar 30 horas diarias en su proyecto para sacarlo adelante, y en que no le preocupaba seguir viviendo en casa de sus padres porque así no tendría necesidades ni gastos. Aunque también era consciente de que no sabía por dónde comenzar, no tenía ningún contacto, ni experiencia de ninguna clase (salvo las prácticas que no le sirvieron de mucho) y aunque se veía preparado también se daba cuenta de que muchas otras personas de su generación sabían inglés a la perfección o habían hecho prácticas –y buenos contactos– o habían aprendido mucho en algún campo específico. Bueno, si salía mal, siempre podría seguir buscando un empleo. Pues bien, si tuvieras que invertir tu dinero para que uno de los dos desarrollara la idea emprendedora, ¿en quién invertirías? Puedes decirme cuál sería tu apuesta dejando un comentario o enviándome un mail a hola@soyrauldelacruz.com. Yo lo tengo claro, pero te lo diré en otro post ;-)
Comentarios
|
Info, respuestas, soluciones e ideas para emprender o transformarteSuscríbete
Y recibe gratis la guía que te ayuda a alcanzar tus objetivos.
Categorías
Todo
Archivos
Marzo 2019
Raúl de la CruzInconformista, sincero y, por encima de cualquier cosa, honesto. Me gusta leer (de todo), escribir (de lo que sé), escuchar (a todos) y sobre todo aprender (de todos). Emigré a Internet en el año 92, y desde entonces vivo allí, observando desde una ventana indiscreta. |