Según sale a la luz, el mejor CEO de la historia, Steve Jobs, era un cabrón (y de los cabrones también se puede, se debe aprender, parece ser).
Y es que ser un genio no es óbice para ser un cabrón, y viceversa, siendo un cabrón también se puede ser un genio.
La pregunta que deberíamos hacernos es si existe correlación entre estas dos variables (en Steve Jobs parece ser que se daban las dos condiciones). Y la subsiguiente pregunta que algunos se hacen es, ¿Si me convierto en un cabrón seré un buen CEO y por tanto llevaré mi emprendimiento a la cumbre del éxito? Recuerdo que hace muchos años, el día que comuniqué que me iba de la compañía en la que trabajaba, una persona del equipo, me decía llorando: “Raúl, tienes que ser un cabrón, un jefe tiene que ser un cabrón. Si lo hubieras sido, yo te hubiera respondido pero no lo he hecho”. No puedo o no sé, aunque seguramente alguien piense que lo sea o lo haya sido.
Pero en épocas de crisis económicas, políticas y sociales se podría escribir una pila de libros sobre la teoría de los cabrones y su relación con los negocios. En el artículo de referencia se imaginan títulos tales como: “Los 7 hábitos de los Cabrones Efectivos”, “Cómo convertirse en un Cabrón en 1 minuto” o “Quién es el Cabrón que me ha robado mi queso”.
Steve Jobs, según se comenta, hizo llorar a mucha gente en su equipo, y también fueron muchos los que excusaban su comportamiento porque era un genio, y los genios pueden permitirse el lujo de ser unos cabrones. Yo he tenido la "inmensa suerte" de conocer a algún CEO de este perfil en persona, que también tenía fama infundada de ser buen directivo, pobre él. Un día de trabajo cualquiera era capaz de humillar con insultos y gritos a los miembros de su equipo, era capaz de mandar a tomar por culo al director general, o de hacer mofa del camarero de color que le servía el McCallan. Pobre él. También tuvo la desfachatez de recriminarme que estuve 20 días de baja maternal, en Kiev, adoptando a mi hijo. Si se puede decir que Steve Job era un cabrón, también se debería poder hablar de Joaquim Agut Bonfills con la misma libertad. Pobre él. Joaquim Agut tenía fama de cabrón y le gustaba presumir y ejercer de ello. Era de la cuna de aquellos que creen que los cabrones son los únicos que son capaces de crear grandes compañías. Y no era el único. El profesor de Stanford, Robert Sutton, durante el proceso de investigación para uno de sus libros de management, encontró que eran muchos los líderes en Silicon Valley que creían que Steve Jobs era la prueba viviente de que ser un cabrón era parte integral en la construcción de una gran compañía. Pero no es cierto, como dice el propio Sutton: “...hay muchas grandes y exitosas compañías que no están lideradas por cabrones -Google, Virgin Atlantic, Procter & Gamble and Southwest Airlines entre otras muchas. De la misma manera, hay una legión de cabrones que lideran compañías que son un verdadero desastre justamente por el comportamiento despreciable de sus directivos”. Y Sutton no había conocido a Kim Agut. El hecho es que Steve Jobs no triunfó por ser un cabrón. Triunfó por ser Steve Jobs y saber crear un nuevo mundo para muchas generaciones. Hoy más que nunca, en plena época de crisis, aparecen empresarios, directivos, managers... que pueden creer que siendo unos cabrones se parecerán más a Steve Jobs y por tanto estarán bien encaminados hacia la ruta del éxito. Hay que ser un cabrón? Yo prefiero seguir la escuela del Steve soñador, visionario y luchador. Que se encabronen otros. Este post y todas las citas en él incluidas se inspiran/encuentran en el artículo: “Be a Jerk: The Worst Business Lesson From the Steve Jobs Biography!
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Marzo 2019
Raúl de la CruzInconformista, sincero y, por encima de cualquier cosa, honesto. Me gusta leer (de todo), escribir (de lo que sé), escuchar (a todos) y sobre todo aprender (de todos). Emigré a Internet en el año 92, y desde entonces vivo allí, observando desde una ventana indiscreta. |